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Desde que comenzamos con este blog nuestro objetivo ha sido poner un poco de luz sobre un tema tan choteado como es eso de salir a la montaña a caminar, lo que hoy conocemos como Senderismo.

En Gran Canaria nunca hubo una cultura general sobre naturaleza y mucho menos sobre la montaña. Desde siempre hemos entendido que Gran Canaria es el Roque Nublo y las Dunas de Maspalomas, playas de arena y terrazas. Pero Gran Canaria, al igual que muchas de las islas occidentales, tiene un marcado carácter montañero.

 

 

Hasta ahora solo unos pocos conocían y disfrutaban de la montaña como lo pudiera hacer cualquier alpinista en época estival. El montañismo en Gran Canaria se practica desde principios de los años cuarenta e incluso antes.

Anteriormente los caminos solo eran vías de comunicación entre pueblos que facilitaban el comercio y las relaciones sociales de la época. Hoy los senderos forman parte de la historia de la isla y se han convertido en el vehículo ideal para mostrar sus valores naturales.

La llegada de las redes sociales digitales han facilitado la divulgación de estos espacios. Ahora ya no es necesario tener herramientas sofisticadas ni económicamente inalcanzables para poder mostrar al mundo los que vemos, lo que sentimos, lo que valoramos y como lo vivimos. Esto antes solo era posible a través de las revistas, los documentales o los libros.

Cuando irrumpe Instagram cambia todo. Ahora todo el mundo puede ser un «Calleja», un gran montañero a lo «Misión Imposible» o un buen fotógrafo de naturaleza a lo «National Geographic». Y sí, sin duda muchos fotógrafos han logrado cambiar la forma de mirar, la forma de mostrar los espacios. Se convirtieron en el modelo a seguir, en un referente de copia y pega.

El problema es que solo nos hemos quedado con el envoltorio, con la imagen estética, con la belleza de los colores y las formas, en definitiva nos hemos quedado con la carcasa inútil del marco. Hemos eliminado la historia, la personalidad y el verdadero potencial de la imagen.

El gran éxito de National Geographic fue contar las historias que había detrás de cada gran foto. Dónde se realizó, cómo se logró la toma y la importancia del momento captado. En definitiva el valor real de la imagen contada.

Pero hoy somos capaces de viajar hasta el Louvre para ver la Gioconda y no saber quién es Leonardo. Jugarnos la vida en Faneque y no saber que es un acantilado marino o subirnos a una arco y no conocer como se forma un volcán.

Por eso hoy cualquier buena fotografía de un elemento inerte despierta mucho más interés que una imagen de la naturaleza en estado puro. Pero… ¿qué hubiese pasado si en lugar de acompañar las fotos con frases filosóficas, etéreas, vacías e inútiles se hubiese contado el valor de lo captado, la pequeña historia que hay delante y detrás de la cámara?

Seguramente tendríamos una sociedad mucho mas consciente de nuestro entorno, una sociedad vinculada a la tierra y sobre todo una sociedad más crítica y protectora.

Y es que cada vez es más difícil escapar de esa corriente borreguil de mostrar fotos sin mayor intención que la de mostrar nuestra aventura, nuestro día épico. Porque ahora hasta el más mínimo esfuerzo, se considera una gran hazaña épica.

Yo mismo he caído muchas veces en la desidia con publicaciones de fotos vacías, desaprovechando la oportunidad de mostrar esa pequeña información útil.

No dejemos perder esas oportunidades de compartir con el mundo los pequeños secretos de nuestra tierra porque  solo podemos amar aquello que conocemos y solo podemos proteger aquello que amamos.

Profesional del diseño y la comunicación ambiental, apasionado de los deportes al aire libre y enamorado de Canarias.